El mundo moderno es un invento, ¿nos inventamos mundos diferentes?
- Maira Duque A

- 17 sept 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 sept 2023

Nuestro poder como seres humanos, depende de inventarnos ficciones y creer en ellas. En 21 lecciones para el siglo XXI Harari escribió: “Homo sapiens conquistó este planeta gracias sobre todo a la capacidad distintivamente humana de crear y difundir ficciones. Somos los únicos mamíferos que podemos cooperar con numerosos extraños porque solo nosotros podemos inventar relatos de ficción, difundirlos y convencer a millones de personas para que crean en ellos”.
Y Harari no habla sólo de los relatos e historias que nos dan un propósito como nación o como ciudad. Habla también de esas ideas que inventamos y sobre las que edificamos mundos enteros, como nuestro mundo moderno. ¿Qué pasaría si pensamos este mundo no como una verdad que está por sentada, sino como una ficción que nos inventamos? Si lo hiciéramos, realmente tendríamos el poder de inventarnos otros mundos completamente diferentes.
Tal vez la ficción que más fuertemente define nuestra cultura, nuestras instituciones y las individualidades en el mundo moderno, es la idea de que la ciencia ha marcado un norte para la humanidad: el progreso y el desarrollo. Construimos este mundo sobre la idea de que todos los países deberían desarrollarse sosteniblemente, que todas las mujeres y hombres deberíamos tener garantizadas las condiciones para avanzar en la vida según unos estándares definidos, a veces cuestionados y redefinidos.
El desarrollo y el progreso como ideas que señalan un horizonte para la humanidad, tan natural para nosotros, son ideas que nacieron en Europa y Estados Unidos con la modernidad. Estas ideas se declararon como verdades universales y con ellas se construyó un modelo prefabricado de sociedad y de individualidades, que por diferentes medios ha logrado conquistar cada vez más lugares.
Creemos que esta es la verdad sobre lo que debemos aspirar a ser como sociedades y como personas; creemos que todas las naciones del mundo deben avanzar hacia esos estándares del progreso y desarrollo, adaptándose por supuesto a las narrativas y culturas locales; para eso nos inventamos términos que clasifican los países según su nivel de avance: desarrollados, subdesarrollados y en vías de desarrollo. Difícilmente se nos ha ocurrido pensar que este puede ser solo uno de miles de caminos posibles, que como sociedad podemos elegir otros caminos, y que de hecho muchas sociedades caminan hacia lugares muy diferentes.
El filósofo de Senegal Felwine Sarr dice en su libro Afrotopía: “El camino emprendido por la razón occidental no es más que uno de tantos (…) La proeza fue colocar las sociedades occidentales como referentes, y descalificar cualquier otra trayectoria y forma de organización social. Así, por una suerte de teleología retroactiva, toda sociedad diferente de las euroamericanas se convertía en subdesarrollada. La conversión de la mayoría de naciones a la pasión del desarrollo a la occidental, fue un exitoso logro de la negación de la diferencia”.
Eyder Calambas, filósofo y comunero del pueblo ancestral Misak, lo dice de una forma muy bella: “No somos subdesarrollados. Somos el futuro ecológico del planeta”.
Tal vez este momento de crisis profundas para el mundo occidental, es la oportunidad de volver a mirarnos en la verdadera dimensión de lo que somos: un mundo entre muchos mundos posibles [1]; un mundo que además puede transitar hacia otros mundos que queramos inventarnos.
Podemos empezar por reconocer esos otros mundos que hasta cierto punto se han mantenido (nos hemos mantenido) al margen del mundo desarrollado, mirándolos como son (mirándonos como somos), no como deberían ser (no como deberíamos ser) según los estándares del desarrollo y el progreso: pueblos ancestrales, comunidades negras y afro, muchos países y/o ciudades de América Latina, África, Asia, incluso la naturaleza como una comunidad de seres vivos que habla un lenguaje muy distinto al nuestro.
Podemos reconocer las ficciones sobre las que construimos este mundo renunciando a nuestras ideas más arraigadas de lo que está bien y está mal, al deber ser occidental, a las verdades reveladas. Podemos abrir la mente y las posibilidades para construir otras ficciones para otros mundos.
Este mundo es un invento. ¿Nos inventamos otros mundos?
¡Hola mundos es una comunidad para juntarnos y hacerlo!
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[1] Idea construida por diferentes académicos/as de América latina, entre ellos Arturo Escobar, a partir de la premisa zapatista: “Es necesario hacer un mundo nuevo. Un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos”.



Super interesante y me fascinaria conocer un poco más de esas otras miradas que existen aparte del desarrollo y el progreso.
Interesante!